Bueno, voy a hacer un poco de spam de mi sitio de "sánscrito"*. Es sobre la entrada en la que hablaba de un experimento con las palabras. Parece que la cosa funciona, os puede interesar si quereis más visitas a vuestros blogs.
*Fabumona, supongo que te referías a ese blog XDD
sábado, 6 de septiembre de 2008
viernes, 5 de septiembre de 2008
Un bundo de Fantasía y de color: Azul
Describir los colores de niño me daba muchos disgustos, las palabras no acababan de decir lo que sentía y esas cosas terminan por hacer que tengas una rabieta, sobre todo con los mayores.
Cuando me preguntaban cual era mi color favorito respondía que el azul. Unas veces sonreían diciendo que claro, al ser un niño es lo normal, otras que qué machista. Los adultos no solemos preguntar razones a los niños, preferimos poner nuestras palabras a sus razones, y claro al ver cómo empezaban a decir mamarrachadas yo me sentía muy frustrado. Alguna vez me preguntaron y me pilló tan a contrapié que respondí porque era el color del mar y del cielo, por desgracia no supe cómo decir que me gustabaverlo cambiar del añil a un celeste que quema los ojos, que cuando el azul del mar está oscuro y brillante se puede nadar mejor, y otras mil cosas más que te decía el Azul.
La chica de la que andaba enamoriscado tenía los ojos azules, y me encantaba hablar con ella y mirárselos. Creo que pensaba que era un poco tonto.
Ahora se que si hubiera podido contarle estas cosas a los mayores, seguro que seguirían sin entenderme y seguirían diciendo que me gustaba el azul porque era un niño, porque el machismo y esas cosas. Las personas al hacernos mayores nos vamos haciendo sordas, y nos entrenamos para la auténtica sordera con los niños. Entonces no lo sabía, y me pillaba unos cabreos del copón, ahora me los pillo al ver que soy uno de ellos y escucho lo que quiero.
Cuando me preguntaban cual era mi color favorito respondía que el azul. Unas veces sonreían diciendo que claro, al ser un niño es lo normal, otras que qué machista. Los adultos no solemos preguntar razones a los niños, preferimos poner nuestras palabras a sus razones, y claro al ver cómo empezaban a decir mamarrachadas yo me sentía muy frustrado. Alguna vez me preguntaron y me pilló tan a contrapié que respondí porque era el color del mar y del cielo, por desgracia no supe cómo decir que me gustabaverlo cambiar del añil a un celeste que quema los ojos, que cuando el azul del mar está oscuro y brillante se puede nadar mejor, y otras mil cosas más que te decía el Azul.
- El cielo. Vale es azul, pero no siempre se veía el mismo azul. Había un azul que quemaba la vista y que daba alegría, el de Alicante e Ibiza, cuando había ese azul los colores eran mucho más vivos, hasta me olvidaba del calor y parecía que lo pudieras tocar. En Galicia en cambio era un poco más oscuro, profundo y casi siempre manchado por unas rayas blancas aquí y allá. En Madrid estaba un poco sucio, con un tono verdoso en algunos momentos, y siempre había algo en medio estorbando, sólo me gustaba verlo desde El parque del Oeste, porque se veía la sierra como en los cuadros de Velázquez.
Como era muy dormilón pocas veces veía cómo cambiaba el cielo de azul casi nego a azul celeste, el recuerdo más intenso fue en un barco de Palma A Barcelona, apenas pude dormir mirando el cielo estrellado, ningún sitio mejor que mar abierto para ver las estrellas, y se me hizo de día. Podía ver como una parte del cielo era casi negra y a la otra parte había empezado a aparecer un azul muy oscuro, que poco a poco se iba desplazando hacia arriba, y diluyéndose en un color más claro. Estuve una semana con las acuarelas intentando reproducir la gradación. Mis padres se preocuparon un poco por esos colores tan siniestros.
Nunca tuve muy claro cómo era que al atardecer se volvía rojo, también pintarrajeé hasta la extenuación para intentar comprenderlo - El mar. Si el cielo tenía mil azules, que hasta te decían que tiempo iba a hacer, el mar decía muchas más cosas, y tenía más tonos, aunque no lo pareciera a primera vista.
El azul turquesa, del Mediterráneo y de algunos días especialmente calmos y en unas pocas playas de A costa da Morte. Con este sabes que no necesitarás sumergirte para ver hasta el fondo. Un par de veces mi primo y yo casi nos ahogamos intentando llegar al fondo en uno de esos azules, pues el agua del mar es como una lupa, y cuando esta tan clara no mides la distancia. Es un azul traicionero, pues no te indica la corriente ni la distancia.
Hay otro turquesa, un poco más turbio, lleva espuma y hay olas, por debajo es como el cristal de las botellas de gaseosa. Cuando una ola rompe ves la arena del fondo azulada y sabes que tienes que salir corriendo. Con este sabes que hay que tener cuidado.
A medida que se aleja de la costa, el azul se va haciendo más oscuro, llegando al azul marino. Cuando la gradación se hace brusca hay mar de fondo y el agua está más fría. De hecho en las zonas donde el azul es más oscuro el agua está más fría, en verano era una ventaja saber esto. Pero con cuidado de no alejarse, porque allí hay más corriente.
Unas veces brilla más que otras, y cuando el azul es más mate hay que ir pensando en irse a casa porque se está levantando el viento.
Los días de galerna el mar era grisáceo, se mezclaban el azul, el gris y un poco de verde en un color extraño. Las olas al romper eran azul celeste por dentro, y blanco por fuera, como si el mar se hubiera tragado el cielo y vomitara las nubes por encima de las calles. Una vez lo vi pasando por encima de un instituto.
A veces era un poco verdoso, y en la playa veías espuma amarilla en las olas, era la arena que había cogido del fondo, mezclada con algas. Entonces ni los viejos que siempre se bañaban hiciera frío o calor ni se acercaban al agua. Un día que el mar estaba así me explicaron lo que era la resaca, y también aprendí algo de la muerte, que era azul.
El mar está negro por las noches, al anochecer el sol se iba diluyendo en el agua, se veía cómo el rojo se iba escurriendo por la superficie del agua y los colores se van apagando. Con el sonido de las olas parecía como si chisporroteara al apagarse.
También se puso negro cuando el Urquiola se hundió, y el Andros Patria en Cayón, olía mal y te daba sensación de tristeza pues parecía que estaba enfermo, se movía raro. Esas fueron mis primeras mareas negras, pero por desgracia no las últimas.
Un día me dijeron que el mar era azul porque reflejaba el cielo, lo que no me razonaron era porqué no era el mismo azul, y la explicación no me pareció de fiar. Pero me fui fijando y vi que el color del cielo y el del mar estaban relacionados. Más bien era que el mar sumaba el color del cielo al suyo, y que las olas lo mezclaban. O algo así, tampoco era tan importante saberlo cuando una ola estaba a punto de caerte encima.
La chica de la que andaba enamoriscado tenía los ojos azules, y me encantaba hablar con ella y mirárselos. Creo que pensaba que era un poco tonto.
Ahora se que si hubiera podido contarle estas cosas a los mayores, seguro que seguirían sin entenderme y seguirían diciendo que me gustaba el azul porque era un niño, porque el machismo y esas cosas. Las personas al hacernos mayores nos vamos haciendo sordas, y nos entrenamos para la auténtica sordera con los niños. Entonces no lo sabía, y me pillaba unos cabreos del copón, ahora me los pillo al ver que soy uno de ellos y escucho lo que quiero.
domingo, 31 de agosto de 2008
Un pequeño experimento.
Voy a probar una cosa que he leído por ahí. Intentaré que no afecte demasiado a mi ya pobre estilo de hilar las palabras, pero me ha picado la curiosidad y tengo que intentarlo. No habrá regalo para los que lo adivineis, pero espero que si veo que funciona algo os ayude en vuestros sitios.
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digresiones,
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martes, 19 de agosto de 2008
Un bundo de fantasía y de color. Rojo y verde.
En mi infancia siempre hubo colores, muchos colores, con nombres y todo. Mis abuelos paternos dibujaban muy bien, especialmente mi abuela, gran retratista, y mi padre se dedicaba a la pintura y el dibujo, con lo que me crié rodeado de cuadros, ilustraciones, lápices pinceles, óleos y libros de arte. Pronto me sentí atraído por los colores, no para usarlos, sino para disfrutarlos, y aprendí a relacionarlos con las cosas que pasaban alrededor.
- Los rojos amenazaban la patria, frase que se repetía mucho en la tele. No entendía en absoluto a que se refería eso, el color rojo me gustaba mucho. Tenía un abrigo rojo y cada vez que me lo ponía me encntraba muy contento, ¿Era yo una amenaza para el país? Nunca lo averigüé.
- El sol se pónía rojo oscuro cuando se acecaba al mar, entonces se diluía en el agua y se reflejaba el mar en el cielo. Siempre que podía me iba a mirar el atardecer a la playa, y si no, desde la ventana de casa. Fui descendiendo la frecuencia de la contemplación, pero nunca la ha abandonado.
- Una vez se me puso la cara llena de cosas rojas, fue sarampión. Más tarde me aparecieron manchas un poco más grandes, parece que soy alérgico a las sulfamidas y casi la palmo, no recuerdo que me afectara mucho cuando me lo dijeron.
- La sangre es roja y más oscura cuando es de una vena que cuando es de una arteria. Cuando me enteré de eso, antes de hacer otra cosa, miraba el color de la sangre que me goteaba de alguna de las muchas heridas que me hacía para ver de donde salía, observé que había que mirarla cuando aún corría, porque enseguida cambiaba de color y no se sabía si si te habías cortado una vena o una arteria.
- Cuando el verano se acababa los días eran más rojizos, en el calendario sabía que ya se estaba acabando, pero en cuanto notaba que uno era más rojo que los anteriores me alicaía y me ponía mohíno.
- El rojo es el color más difícil de combinar en un cuadro. Creo que fue lo único que aprendí de pintura en toda mi vida.
- Los tomates, las sandías por dentro, las fresas, las manzanas y las cerezas. Las amapolas y las mariquitas. La noche de San juan. La cara de los turistas. El verano es rojo, eso pensaba. También pensaba en los masones y los judíos cada vez que pensaba en el rojo, pero no sabía muy bien porqué.
- El mar a veces se pone verde, cuando eso ocurre es mejor tener cuidado. Las olas te podían llevar en verano, y en invierno simpre estaba un poco verde antes y después de una galerna. Después de la galerna además la playa estaba verde de algas. Las algas en la playa siempre me dieron un poco de asco desde que descubrimos a un perro ahogado envuelto en ellas, por suerte no era René. A partir de entonces siempre que nadaba entre algas tenía un poco de aprensión por lo que pudieran haber atrapado.
- Los montes no siempre estaban tan verdes como los parques, pero al acabar el invierno todos los montes se ponían verdes, en todas partes. Cuando veía esto me empezaba a poner contento pues sabía que las vacaciones de verano estaban ya a la vuelta de la esquina.
- "Verde, que te quiero verde" no sabía el significado de esa frase, un día me recitaron el poema, esfuerzo inútil, acababa de aprender qué era una metáfora en el cole leyendo un párrafo de "Pinocho contra Chapete", y claro el barniz de cultura que me otorgó tal lectura era muy fino y fresco cómo para entender la poesía de Lorca, imagínate el comprenderla. Di las gracias y me olvidé del tema.
- Los chistes verdes. Unos los entendía, otros no. Lo que más tardé en entender era porqué se me ponía la pirola dura cuando los contábamos. Pero aún no se porqué se les llama verdes, algún día supongo.
- La hierba, los saltamontes, las lagartijas, los árboles del parque, los bosques, las silveiras los toxos, todo es verde en primavera.
martes, 15 de julio de 2008
El bundo visto antes de los 12 años
La verdad es que viajar me gusta y me repugna al tiempo, nunca pensé mucho en ello, pero supongo que se debe a que de niño cambié varias veces de residencia, lo justo para que un despistado como yo se hiciera un buen lío.
Por lo que me contaron estuve a punto de nacer en Suecia, y a última hora terminé naciendo aquí. Lástima me hubiera gustado ser alto y rubio.
Después me mandaron con mis abuelos, allí descubrí más viajes, tengo recuerdos difusos de la Torre de Hércules, de conversaciones con los marineros del puerto, de cómo se reparaba una red, ver atracar y partir mercantes, y el Ferry a Londres. De ese me acuerdo por usarlo, aunque no del puerto de Londres.
De Londres me acuerdo de los dinosaurios, las cosas de no tener la mente asentada, mis recuerdos mezclan dinosaurios y calles con naturalidad, aunque sepa perfectamente que son huesos del museo. También me acuerdo de la guardería y de un niño que me llevaba a casa en su coche, que era grande como una casa (más tarde me explicaron que el coche era un Bentley). Me acuerdo del gato y yo tocando la nieve por primera vez, nos miramos extrañados por esa cosa blanda y fría. Y la tocamos con la punta de los dedos.
De allí fui a Madrid con mis padres, nuevo colegio, en inglés para aprovechar que estuve en la pérfida Albión un año. Los profes les dijeron a mis padres que no entendía el inglés, en realidad no entendía era que repitieran mil veces las mismas tonterías y al rato dejaba de hacerles caso. Recuerdo mi primer amor, y mi primer odio, ambos femeninos, de esa época supongo que me viene mi manía a los argentinos, ya que la chica que me martirizaba lo era. Recuerdo también el parque de Perón y mis paseos con la chica que me gustaba, dejaba las chapas o con lo que estuviera y me iba a hablar con ella, curiosamente los amiguitos no se burlaban ni nada, me avisaban de que había llegado y todo.
Tres meses de estancia en Ibiza y Alicante me hicieron conocer a más gente, ya empezaba a estar harto, aunque con los gitanos del barrio viejo me lo pasé como nunca, aprendí muchas cosas, y recuerdo que se preocupaban mucho porque era el pequeño y no conocía el sitio. En especial Hugo, a quien su madre amenazaba conque le iban a llevar los jipis si se portaba mal. Nota mental ¿Acaso ese es el origen de mi fobia a los jipis?
Antes de que me diera cuenta estaba en Coruña, lo mejor el mar, me había olvidado de el. Lo peor, que mi abuelo había muerto y ya no volveríamos a a pasear por el puerto. Tambíen era bastante fastidioso volver a empezar a hacer amigos y usar bolígrafo en vez de lápiz para escribir.
Por aquel entonces epecé a ser un poco tímido, además descubrí dos personajes entonces desconocidos para mi, los abusones y los chulos. Había tenido problemas con mi prima y la niña argentina, pero nunca me vapulearon ni me tuve que partir la cara, y la manía de competir y ridiculizar aún no la entiendo, vaya choque.
En medio y hasta los 10 años se encuentran las vacaciones de verano, siempre de viaje a Ibiza, Alicante, Lloret, Mallorca, Segovia un mes en la playa de Estorde nunca faltó, siempre nueva gente, y cada vez con menos ganas de conocerlos para después perderlos.
Por lo que me contaron estuve a punto de nacer en Suecia, y a última hora terminé naciendo aquí. Lástima me hubiera gustado ser alto y rubio.
Después me mandaron con mis abuelos, allí descubrí más viajes, tengo recuerdos difusos de la Torre de Hércules, de conversaciones con los marineros del puerto, de cómo se reparaba una red, ver atracar y partir mercantes, y el Ferry a Londres. De ese me acuerdo por usarlo, aunque no del puerto de Londres.
De Londres me acuerdo de los dinosaurios, las cosas de no tener la mente asentada, mis recuerdos mezclan dinosaurios y calles con naturalidad, aunque sepa perfectamente que son huesos del museo. También me acuerdo de la guardería y de un niño que me llevaba a casa en su coche, que era grande como una casa (más tarde me explicaron que el coche era un Bentley). Me acuerdo del gato y yo tocando la nieve por primera vez, nos miramos extrañados por esa cosa blanda y fría. Y la tocamos con la punta de los dedos.
De allí fui a Madrid con mis padres, nuevo colegio, en inglés para aprovechar que estuve en la pérfida Albión un año. Los profes les dijeron a mis padres que no entendía el inglés, en realidad no entendía era que repitieran mil veces las mismas tonterías y al rato dejaba de hacerles caso. Recuerdo mi primer amor, y mi primer odio, ambos femeninos, de esa época supongo que me viene mi manía a los argentinos, ya que la chica que me martirizaba lo era. Recuerdo también el parque de Perón y mis paseos con la chica que me gustaba, dejaba las chapas o con lo que estuviera y me iba a hablar con ella, curiosamente los amiguitos no se burlaban ni nada, me avisaban de que había llegado y todo.
Tres meses de estancia en Ibiza y Alicante me hicieron conocer a más gente, ya empezaba a estar harto, aunque con los gitanos del barrio viejo me lo pasé como nunca, aprendí muchas cosas, y recuerdo que se preocupaban mucho porque era el pequeño y no conocía el sitio. En especial Hugo, a quien su madre amenazaba conque le iban a llevar los jipis si se portaba mal. Nota mental ¿Acaso ese es el origen de mi fobia a los jipis?
Antes de que me diera cuenta estaba en Coruña, lo mejor el mar, me había olvidado de el. Lo peor, que mi abuelo había muerto y ya no volveríamos a a pasear por el puerto. Tambíen era bastante fastidioso volver a empezar a hacer amigos y usar bolígrafo en vez de lápiz para escribir.
Por aquel entonces epecé a ser un poco tímido, además descubrí dos personajes entonces desconocidos para mi, los abusones y los chulos. Había tenido problemas con mi prima y la niña argentina, pero nunca me vapulearon ni me tuve que partir la cara, y la manía de competir y ridiculizar aún no la entiendo, vaya choque.
En medio y hasta los 10 años se encuentran las vacaciones de verano, siempre de viaje a Ibiza, Alicante, Lloret, Mallorca, Segovia un mes en la playa de Estorde nunca faltó, siempre nueva gente, y cada vez con menos ganas de conocerlos para después perderlos.
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Viajes
sábado, 28 de junio de 2008
Calor y dispersión
El trabajo cansa, si hace calor más, pero es peor estar en casa sudando. Por eso no he escrito nada, aunque he pensado ya en muchos temas al acercarme a la máquina empiezo a notar el calor que desprende y se me quitan las ganas.
Me he pasado la semana tirado en la sombra escuchando música, Sade refresca, pero se echa de menos el mar, Dina Washington relaja, pero para el secano nada mejor que el blues. Lo malo del blues es que no se puede saborear sólo, hay que acompañarlo de licor, y eso da calor. Al final ACDC, Barón Rojo, Sepultura, System of a Down, Rammstein, Mr. Bungle, To-Mera y Apocalyptica acompañados con un poco de Gardel, Fats Waller, Wilko Johnson, Miles Davis y Reverend Horton permiten mantener las constantes vitales. Lo justo para esperar a la noche y soñar con que la música les haya provocado pesadillas a los niños que jugaban por la tarde en el patio haciendo tanto ruido.
Cada una de las canciones me evoca recuerdos, unos reales y tros deseados, pero esa es otra historia.
Me he pasado la semana tirado en la sombra escuchando música, Sade refresca, pero se echa de menos el mar, Dina Washington relaja, pero para el secano nada mejor que el blues. Lo malo del blues es que no se puede saborear sólo, hay que acompañarlo de licor, y eso da calor. Al final ACDC, Barón Rojo, Sepultura, System of a Down, Rammstein, Mr. Bungle, To-Mera y Apocalyptica acompañados con un poco de Gardel, Fats Waller, Wilko Johnson, Miles Davis y Reverend Horton permiten mantener las constantes vitales. Lo justo para esperar a la noche y soñar con que la música les haya provocado pesadillas a los niños que jugaban por la tarde en el patio haciendo tanto ruido.
Cada una de las canciones me evoca recuerdos, unos reales y tros deseados, pero esa es otra historia.
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sábado, 14 de junio de 2008
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